Los 365 miembros de la Asamblea Sinodal, incluido el Papa Francisco, presentaron un documento en el que se preguntan «cómo la Iglesia puede incluir más mujeres en roles y ministerios», aunque reconocen también las resistencias de un sector a dicha apertura
Los Obispos de todo el mundo convocados por el papa Francisco para debatir durante octubre sobre el futuro de la Iglesia en el denominado «Sínodo sobre la sinodalidad» pidieron este sábado un mayor reconocimiento del rol de la mujer dentro de la Iglesia, solicitan el fin de la discriminación laboral y salarial por género y abren la puerta a que se estudie el diaconado femenino para abrir la participación en uno de los ministerios, por el momento, reservado a varones.
Los 365 miembros de la Asamblea Sinodal, incluido el Papa y otros seis argentinos con derecho a voto, dieron a conocer este sábado un documento de síntesis de los trabajos, en el que afirman, en un texto de 40 páginas, que «las Iglesias de todo el mundo han formulado claramente la petición de un mayor reconocimiento y valorización de la contribución de las mujeres y el crecimiento de las responsabilidades pastorales que se les confían en todos los ámbitos de la vida y misión de la Iglesia».
En ese marco, se preguntan «cómo la Iglesia puede incluir más mujeres en roles y ministerios», de cara a la segunda parte del Sínodo que se hará en Roma en octubre de 2024, aunque reconocen también las resistencias de un sector de la Iglesia a la apertura.
En ese sentido, los tres puntos con más votos en contra, según la información difundida por el Vaticano, fueron los puntos J y N del capítulo 9, dedicado a las mujeres, y el inciso I del capítulo 11, en el que también se habla del diaconado femenino.
Este año, ante la decisión del Papa, por primera vez se habilitó el voto femenino para una asamblea sinodal, con 54 mujeres con derecho a voto durante la asamblea.
Para los denominados «padres y madres sinodales», en particular, uno de los temas que se deben abordar es «que se resuelvan los casos de discriminación laboral y remuneración injusta dentro de la Iglesia, en particular con respecto a las mujeres consagradas que con demasiada frecuencia se consideran mano de obra barata», al mismo tiempo que proponen «que mujeres adecuadamente capacitadas puedan ser jueces en todos los juicios canónicos».
Al momento de hacer propuestas, el escrito sostiene que «cuando en la Iglesia se socava la dignidad y la justicia en las relaciones entre hombres y mujeres, se debilita la credibilidad del anuncio que hacemos al mundo» y asegura que «el proceso sinodal muestra que es necesaria una renovación de relaciones y cambios estructurales».
«De esta manera podremos mejorar la participación y la contribución de todos: hombres y mujeres laicos, hombres y mujeres consagrados, diáconos, sacerdotes y obispos, como discípulos corresponsables de la misión», al tiempo que se hacen eco de que «la Asamblea nos pide evitar repetir el error de hablar de las mujeres como un tema o un problema».
Propuestas y resistencias
En un documento en el que evitaron posiciones firmes sobre temas como la acogida de personas homosexuales, los participantes de la asamblea sí se refirieron explícitamente a la posibilidad de que se estudie que las mujeres tengan acceso al diaconado, uno de los ministerios de la Iglesia.
«Las iglesias de todo el mundo han formulado claramente la petición de un mayor reconocimiento y valorización de la contribución de las mujeres y crecimiento de las responsabilidades pastorales que se les confían en. todos los ámbitos de la vida y en la misión de la Iglesia», enmarcan su análisis.
De todos modos, uno de los puntos del documento reconoce que «se han expresado diferentes posiciones respecto del acceso de las mujeres al ministerio diaconal».
«Algunos consideran que este paso sería inaceptable, ya que está en discontinuidad con la tradición» mientras que «para otros, en cambio, otorgar a las mujeres acceso al diaconado restauraría una práctica de la Iglesia primitiva».
«Otros más ven en este pasaje una respuesta fiel, adecuada y necesaria a los signos de los tiempos. a la tradición y capaz de encontrar un eco en los corazones de muchos que buscan vitalidad y energía renovadas en la Iglesia», plantean los miembros del Sínodo en otro pasaje, al tiempo que «algunos expresan el temor de que esta solicitud sea expresión de una peligrosa confusión. antropológico, al aceptarlo la Iglesia se alinearía con el espíritu de la época».
«Si se necesitan nuevos ministerios, ¿quién es responsable del discernimiento, a qué nivel y de qué manera?», se preguntan en el texto, que se terminó de votar hacia las 20 horas de Roma (15 de Argentina).
Caminos de reconciliación
Las deliberaciones del Sínodo, iniciadas el 4 de octubre, se dieron «mientras en el mundo azotan viejas y nuevas guerras, con el drama absurdo de innumerables víctimas», plantea el documento de síntesis.
«El grito de los pobres, de los obligados a migrar, de los que sufren violencia o sufren las devastadoras consecuencias del cambio climático, han resonado entre nosotros, no sólo a través de los medios de comunicación, sino también a través de las voces de muchos, personalmente involucrados con sus familias y su gente en estos trágicos acontecimientos», agrega el escrito elaborado en base a las propuestas de los participantes y votado este sábado a la tarde.
En ese marco, llaman a que se promuevan «caminos de reconciliación, esperanza, justicia y paz».
«En este informe resumido hemos recogido los principales elementos que surgieron del diálogo, la oración y la discusión que caracterizaron estos días», sostiene la declaración.
Para los participantes del Sínodo, en un plano más amplio, «no existe un solo tipo de pobreza».
«Entre los muchos rostros de los pobres está el de todos aquellos que no tienen nada de lo necesario para llevar una vida digna. También están los migrantes y refugiados; gente indígena, nativos y afrodescendientes; quienes sufren violencia y abuso, especialmente las mujeres; personas con adicciones; minorías a las que sistemáticamente se les niega la voz; ancianos abandonados; víctimas de racismo, explotación y trata, especialmente de menores; trabajadores explotados; excluidos económicamente y otros que viven en los suburbios», recuerdan.
«Los más vulnerables de los vulnerables, a favor de quienes es necesaria una acción de defensa constante, son los bebés en el útero y sus madres», precisan en otra parte del escrito.
Además, precisan que «la Asamblea es consciente del grito de los nuevos pobres, producido por las guerras y el terrorismo que atormenta a muchos países en diferentes continentes y condena sus corruptos sistemas políticos y económicos que son la causa».
En el plano institucional, reclaman una «necesaria y profunda conversión espiritual como base de cualquier cambio estructural».
«Los abusos sexuales, de poder y económicos siguen pidiendo justicia, sanación y reconciliación», plantean a modo de mea culpa, antes de preguntarse «cómo la Iglesia puede convertirse en un espacio capaz de proteger a todos».
En continuidad con los pedidos constantes del Papa, y a modo de síntesis de una nueva sensibilidad hacia realidades hasta hace poco dejadas de lado, los participantes del Sínodo plantean en el escrito que, en definitiva, «la Iglesia debe escuchar con especial atención y sensibilidad las voces de las víctimas y los supervivientes al abuso sexual, espiritual, económico, institucional, de poder y de conciencia por parte de miembros del clero o de personas con cargos eclesiales».
(Fuente: Télam)