Tras una larguísima negociación diplomática que fue trabada por el COVID-19, la guerra en Ucrania y la cercanía del gobierno con los regímenes de China, Venezuela y Cuba, Alberto Fernández y Joseph Biden finalmente se encontrarán el próximo 29 de marzo en la Casa Blanca. Será una reunión con agenda abierta, adonde se abordarán las relaciones bilaterales, la situación institucional en América Latina y el impacto global de la guerra de Rusia contra Ucrania.
Biden siempre tuvo interés en mantener un cónclave con Alberto Fernández, pero su visita a Vladimir Putin a pocas semanas de la invasión ilegal a Ucrania y sus posiciones en zigzag respecto a China, Cuba, Venezuela y Nicaragua complicaron el encuentro en el Salón Oval.
Y antes de esta compleja agenda geopolítica, cuando la relación diplomática tenía una trayectoria previsible, Biden se contagió de COVID-19 y todo quedó postergado en el tiempo.
La visita es el resultado de un trabajo silencioso ejecutado por Santiago Cafiero en Buenos Aires y Jorge Arguello en Washington. El embajador argentino en Estados Unidos fatigó los pasillos del Ala Oeste de la Casa Blanca, y el Departamento de Estado, mientras que el canciller avanzó con una larga serie de reuniones y conversaciones secretas que tuvieron su climax durante la cumbre del G20 en Delhi.
Antes que concluyera la reunión bilateral en la capital de la India, Cafiero y Blinken se encontraron para analizar la agenda bilateral. Argentina y Estados Unidos cumplen doscientos años de relaciones bilaterales, y el canciller insistió con la visita del presidente a Washington. El secretario de Estado reconoció que era un tema pendiente y que estaba trabajando para resolverlo a la brevedad.
Blinken sabía el impacto que había causado en Balcarce 50 que Biden recibiera a Lula da Silva en el Salón Oval antes que Alberto Fernández, al margen del peso geopolítico de Brasil frente a la Argentina. Da Silva llevaba sólo 40 días en el poder frente a los casi cuatro años de mandato de Alberto Fernández. Fue un gesto de Washington a Lula que no gustó en la Casa Rosada.
El fin de semana en Olivos hubo mucha actividad diplomática que se manejó en estricta reserva. El canciller Cafiero y el embajador Arguello trataron la visita a Washington con el Presidente, y ahora se aguarda la confirmación oficial desde la Casa Blanca. Biden partió a Canadá y cuando regrese se hará el anuncio formal de su reunión con Alberto Fernández.
La visita del presidente a Estados Unidos será corta. Alberto Fernández -en principio- sólo viajará para su encuentro con Biden y luego retornará a Buenos Aires. “Es el mismo formato que tuvo Lula”, describieron en Washington. Es decir: un cónclave entre los dos jefes de Estado y un saludo protocolar a la comitiva oficial.
Y la agenda de la reunión será abierta. Alberto Fernández exhibirá su mirada sobre la situación en América Latina, explicará su perspectiva sobre la guerra de Rusia contra Ucrania y agradecerá el respaldo de Estados Unidos durante la negociación de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Biden, a su turno, expondrá su preocupación por el avance de China en la región, el respaldo de Estados Unidos al sistema institucional en América Latina e insistirá con profundizar las relaciones bilaterales entre ambos países.
El líder demócrata considera que la agenda global de Xi Jinping -y su apoyo implícito a Putin- significan un desafío frontal a los intereses de Estados Unidos, y hay preocupación en Washington por la cercanía del gobierno con Beijing. Argentina tiene proyectos pendientes con China y su swap por 18.500 millones de dólares causa una dependencia financiera profunda con el régimen comunista.
El último presidente peronista que ingresó al Salón Oval fue Néstor Kirchner. Cristina Fernández de Kirchner jamás fue invitada por Barack Obama. Y ahora es el turno de Alberto Fernández, tras una larguísima y compleja negociación diplomática.
(Fuente: Infobae.com)