Las perspectivas de repunte en las ventas de bienes básicos para fin de este año son bajas. Los sectores más optimistas estiman que la actividad podría recomponerse en abril de 2025. Pero, si esto sucede, los bienes que sufrieron el impacto del aumento de tarifas y que no actualizaron sus precios por la caída en la demanda lo harían el año que viene, lo que compromete el objetivo de desacelerar la inflación.
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“Va a ser un fin de año triste”, resumió Héctor González Paván, de la Confederación General de Almaceneros. “Nadie va a comprar mercadería porque no sabemos si la vamos a vender. Los comercios chicos padecemos mucho, la gente lleva lo más económico y trata de hacer lo imposible para llegar a fin de mes”.
Las expectativas se sustentan en la realidad que viven día a día los almacenes de barrio, pero también en las estadísticas. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), de enero a septiembre las ventas minoristas acumularon una caída del 15%. Y, adelantaron a PERFIL, lo mismo ocurriría en octubre.
“No esperamos nada muy disruptivo de acá a fin de año”, explicó a este medio Salvador Femenía, secretario de prensa de Came. “El consumo baja de forma interanual. Vemos que las caídas son cada vez menores respecto al año pasado, con algún amesetamiento o un pequeño rebote intermensual”.
Todo dependerá de los salarios. “Creemos que va a seguir así hasta fin de año, porque dentro del sector pyme dependemos directamente de la recuperación del salario real, y esto se está dando de forma muy paulatina”.
Hace unos meses las perspectivas eran diferentes. “Se esperaba un aumento de la demanda antes, teniendo en cuenta que hay poco resto”, comentó el representante de Came. “Tenemos expectativas de que a partir de abril de 2025 arranque la actividad con una dinámica diferente”.
De acuerdo con los datos del Indec, las ventas en supermercados mostraron un incremento del 0,2% en agosto. Se trata de la primera mejora mensual en los últimos tres meses. Sin embargo, a nivel interanual el descenso fue del 10,1%.
Mientras se espera un rebote, los hábitos cambian. “La gente tiene las tarjetas muy cubiertas, con lo cual se hizo imprescindible comprar lo justo. En los comercios de cercanía buscan segundas y terceras marcas, se proveen de lo indispensable, y después tratan de buscar precios por otro lado”, sintetizó Femenía.
Según Came, los rubros que más bajaron de enero a septiembre fueron perfumería (30,9%), farmacia (25,5%) y alimentos y bebidas (18,6%). El informe de la Confederación de la Mediana Empresa resaltó que este último, sin embargo, tuvo una leve mejoría respecto al mes anterior: del 0,1%. Si, en cambio, se compara ese dato con septiembre de 2023, la caída fue del 2,7%.
“El mes trajo algunas reducciones de precios, pero aun así fue muy visible la pérdida de poder adquisitivo de las familias”, explicaron.
El Índice Banco Provincia Consumo que elabora la Gerencia de Estudios Económicos de esa entidad financiera arrojó datos similares: las ventas acumulan una caída del 22,3% de enero a septiembre, la mayor desde que comenzó a calcularse, en 2016. Se sintió más fuerte en rubros como supermercados y alimentos, “con una contracción cercana al 30% interanual”, destacaron en un informe.
Por otro lado, el consumo de carne vacuna llegó a su nivel más bajo de los últimos 26 años. De acuerdo con el último informe de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra), el desplome fue del 11,3% respecto al mismo periodo de 2023.
“Esto tiene un origen muy claro y es la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos de la población”, detalló a este medio Miguel Schiariti, titular de Ciccra. “Por otro lado, tenemos que tener presente que en el año 2023 hubo una enorme sequía. Todo esto generó una menor faena durante el 2024. Afortunadamente el Gobierno habilitó las exportaciones, lo que generó que aumentaran de manera importante, y que el precio no se cayera tanto”, opinó.
“La perspectiva a corto plazo es que a medida que pasen los meses habrá cada vez menos animales encerrados en el corral, lo que va a generar que la oferta de animales bien terminados sea más chica. Va a llegar un momento, seguramente en noviembre, donde los precios de la hacienda van a aumentar”, agregó. Esto va a ocurrir, explicó, “a pesar de que el público no lo convalide”, porque “no va a haber carne para el consumo interno”.
De enero a agosto, según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla), el consumo de estos productos experimentó una caída del 13,2% respecto al mismo periodo de 2023.
“Tuvo lugar durante el primer semestre porque los precios subieron mucho y no fueron acompañados por el ingreso de la gente”, afirmó a PERFIL Jorge Giraudo, director ejecutivo del Observatorio. “Esas subas, que llegaron a ser del 20% en diciembre y en enero, se fueron desacelerando al punto tal que ya los precios mayoristas de septiembre están por debajo del 2%”. Por otro lado, explicó, “el salario registrado, medido en litros de leche que se pueden comprar, se incrementó en los últimos meses, con lo cual hay una pequeña recuperación –aunque sigue cayendo interanualmente– del consumo”. Esto ocurrió porque “necesariamente las compañías tuvieron que salir con ofertas, con segundas marcas, para poder colocar volumen”.
En cuanto a las exportaciones, en este caso, no alcanzaron para compensar el desplome en las ventas: “la exportación no tiene una fluidez tan grande como la que esperábamos porque se está notando el retraso cambiario, a pesar de que los precios internacionales son medianamente buenos”.
Para fin de año, sin embargo, el consumo no llegaría a recuperarse del todo. “Pensamos que tal vez no llegue a los 190 litros per cápita, pero va a estar entre 170 y 180”. En cuanto a los nuevos hábitos, además de las segundas marcas, creció la compra de bienes que son “a base de lácteos”.
Si las ventas repuntan, uno de los dilemas que tendrá el Gobierno es el aumento de la inflación: como los comercios no pudieron actualizar los precios en concordancia con el incremento de las tarifas, hay valores que quedaron “atrasados”.
“En el año (hasta septiembre) vivienda, electricidad, gas y otros combustibles subieron más del 200%, mientras la inflación promedio fue del 101%”, señaló a PERFIL Florencia Fiorentin, economista jefa en EPyCA consultores. “Hay sectores que no transfirieron a precios el aumento de los costos por la caída en el consumo. Cuando el consumo repunte van a actualizar precios”.
Para evitarlo, “el Gobierno puede usar un mecanismo para aliviar el efecto: una mayor apertura comercial”, pero, para eso, “tiene que eliminar restricciones como el cepo o el impuesto PAIS, por lo que no es tan sencillo”, detalló la economista.
“El Ejecutivo está implementando una política antiinflacionaria que depende de la caída en el consumo”. Por lo tanto, si hay una posibilidad de que la demanda aumente “y eso presiona sobre los niveles de precios, va a volver a aplicar mecanismos para frenar ese repunte”, concluyó.
(Fuente: Perfil)